jueves, 17 de abril de 2014

ACÁ



Acá.
Hasta desfallecer resistiendo en un infierno de ventanas abiertas.
Se cuela el fuego, el vacío y la nada, nada más.
Acá.
Donde robo palabras ajenas que hago mías mientras me rodean más palabras.
Las palabras, las palabras, las palabras que susurran intimidades
plásticas o herbales, palabras sangrantes plásticas que se esconden por acá,
en remolinos de fuego y cartón.

Sintiéndome brillar como un témpano tomo el lápiz.
Cruzo la carretera cansado de mirar el polvo, el polvo, si, ese polvo
y no el paisaje sino que el polvo arremolinado contra el vidrio.

Sintiéndome brillar como un témpano enciendo una antorcha
Para perseguir a los demonios.
Y camino. Sí. Camino una vez más por rutas enrevesadas.
Me quito las gafas y vuelvo a comenzar.

Cuántas veces más los caminos serán recorridos,
las rutas difusas entre la civilización y la barbarie
y enciendo un cigarrillo de cara al sol.

Sintiéndome brillar como un témpano cierro un ojo
y continúo hasta no poder ver lo que veo,
hasta conversar con los cartones y los demonios franceses,
y sigo caminando mientras es sol se pone y continúo.
Destino.    

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