LA
PARTE INVENTADA – RODRIGO FRESÁN
Cristóbal
Vergara Espinoza
¿Cómo
funciona la mente de un escritor? ¿Cómo trabaja, de qué está hecha, en qué
dirección avanza? ¿Hacia arriba, hacia abajo, en movimientos laterales, en una
dispersión total, abarcadora? ¿Oscila, quizás, sobre sí misma, consumiéndose en
la auto-reflexión, un (des)pliegue entre el interior y el exterior?
En La parte inventada Rodrigo Fresán
intenta dar respuesta a una interrogante a la que, cómo no, solo se puede
acceder a través de la misma complejidad que la pregunta intenta simplificar. La parte inventada funciona entonces
alrededor de la mismísima parte inventada: el surplus, el excedente, la
diferencia que separa a la realidad de la ficción para decorarla de trazos
negros sobre fondo blanco, la que no es la parte mentirosa, sino que la parte
que permite transformar algo que en realidad sucedió en lo debió haber
sucedido, mucho más valioso y prolijo que la tan poco ocurrente realidad.
La
novela permite ver la vida como una biblioteca, ilusión borgeana quizás, una
biblioteca como organismo vivo y en constante expansión, pero también en una
infinita versión de sí misma, volviendo sobre sus propios pasos para consultar
lo que antes se leyó y que en esta lógica es tan (i)rreal como aquello que
antes se vivió, una huella táctil y fragmentada en aquel fondo difuso que Freud
llamó “la pizarra mágica” y que en su fragmentariedad puede ser rellenada de lo
que sea. O por qué no, la vida tomo a tomo, cuadro a cuadro, frame-by-frame, una sucesión de imágenes
acompasadas que se despliegan en una aparente lógica lineal pero que de lineal
poco tiene, así como carece también de lógica, sucesión de imágenes estáticas
plagadas de objetos, de hitos, de tótems, libros leídos y ordenados sin ton ni
son, libros que son contemplados por visitantes que preguntan ¿has leído todos
esos libros? Cuando en realidad lo que intentan preguntar es ¿Por qué no he
leído yo tantos libros?
Un juguete
a cuerda, un hombrecito de lata con abrigo y una maleta, que al accionarlo no
avanza sino que retrocede, una metáfora del sujeto en retrospectiva, del
escritor retirado que recorre su vida a la inversa, alternando recuerdos con
fotografías, discos de Pink Floyd y Bob Dylan, programas apocalípticos de la
televisión por cable, literatura de ciencia ficción, anotaciones en libretas
con posibles materiales para novelas que nunca se escribieron, recuerdos de la
infancia vulnerable; El Escritor (así, con mayúsculas, es el personaje
principal), actualiza su memoria a través de la filmación de La Película,
documental llevado a cabo por El Chico y la Chica a petición del editor (con
minúsculas, debido a una altura moral que no justifica las letras grandes), visitando
los etéreos lugares de una memoria que dialoga con la parte inventada, con la
versión ideal; un sujeto ya retirado y ofuscado por la tecnología, por la
literatura en ciento cuarenta caracteres que pronto, vaticina, terminará por
constreñir el pensamiento a ideas de ciento cuarenta caracteres, ideas tan
profundas como un tweet, tan extensas como un suspiro, tan limitadas que ni la
parte inventada tiene lugar en ellas.
¿Qué
es la escritura? Un salvavidas. Una labor artesanal. Un re-hacer. Escribir es mantener
a flote aún cuando lo que debió flotar se hundió hace mucho; la literatura es
arrancar de las profundidades aquello que lleva mucho tiempo hundido, esos
fragmentos perdidos de la experiencia que lucen como trozos de naufragio,
herrumbrosos hogares para los peces que son reflotados para volver a ser parte
de la realidad, para volver a caminar sobre la tierra por medio de la
escritura.
Novela
problematizadora y fragmentada, La parte
inventada permite ver la literatura en vínculo con la vida y la memoria, un
arrojar la piedra hacia las aguas estancadas del ayer para contemplar el
despliegue de las ondas, las altibajas y polifónicas frecuencias de lo que fue
y versionar, colorear, rearmarlo todo en la distancia, en el presente, en la
mirada del adulto que no renuncia al niño que antes fue.
Fresán,
Rodrigo. La parte inventada. Buenos
Aires: Literatura Random House, 2014. 568 págs.
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