EL
APRENDIZAJE DEL ESCRITOR –
JORGE
LUIS BORGES
Cristóbal
Vergara Espinoza
No es
esta la primera reseña que realizo sobre un texto biográfico-teórico. Lo que me
interesa de éstos es su valor divergente con respecto al género que legitima al
autor, pequeñas reflexiones que enriquecen su obra de densidad. Todo autor
teoriza, sí o sí, de manera directa o indirecta, alterando constantemente los
márgenes de su propia escritura. La obra literaria es en sí misma una teoría
que permite analizar un objeto escondido en aquel mismo universo, problema e
instrucciones contenidos en aquellas mismas páginas y que se revelan sólo para
el lector avezado. Y las tales teorías muchas veces se pierden debido a los
círculos académicos que plantean las coordenadas para la lectura de un
determinado texto, presionando hasta su desaparición un detalle fundamental que
es necesario considerar para la recepción apropiada de toda obra de arte: ésta
es fruto de un subjetividad, y como tal, es apropiado para su comprensión el
análisis de las opiniones del mismo autor con respecto a lo que ofrece. Pero divago. Escribo sobre Borges y El aprendizaje del escritor, texto
recientemente editado por Sudamericana, y lo hago debido a que consiste éste
volumen en un compendio de las conferencias realizadas por el autor argentino
en la Universidad de Columbia en 1971, tres reuniones en las que Borges charló
con los estudiantes y los profesores acerca del cuento, de la poesía y de la
traducción.
Este volumen
reúne exposiciones orales grabadas en cintas magnetofónicas, lo que no es
menor. La naturaleza dialógica del texto enriquece su contenido: lo que vemos
es el proceso reflexivo de Borges con respecto a su propia obra, en vivo,
fresco, un análisis espontáneo sobre su trabajo que no se esconde en la
distancia vicaria de la escritura. Y eso es importante. No es este un Borges de
densidades y lentitudes, sino que un sujeto que en ocasiones se contradice, que
a veces es prejuicioso, que se equivoca y luego corrige, un autor a quien las
preguntas de sus alumnos muchas veces incomodan o motivan a la divagación. Y
eso es lo interesante: asistimos acá a la refutación del mito, al retrato de la
figura del autor que se revela en las intensidades de la subjetividad, un
hombre que es (como) todos los hombres, hubiese dicho él.
La primera
parte del texto consiste en la exposición del cuento “El otro duelo”, relato en
que desde la pasmosa calma de una voz narrativa que testifica vicariamente un
hecho preexistente (el muy borgeano recurso de “la historia que voy a referir
me fue contada por…”), asistimos a la tragedia y burla de la historia, la
muerte patética del gaucho ensimismado y presionado por circunstancias
históricas que está imposibilitado de comprender y que sólo parecieran ser un
marco para expresar sus propias pasiones. Luego, es el turno de la poesía,
donde Borges comenta sobre lírica, técnica y autores (evidentemente Walt
Whitman está presente), y analiza algunos de sus poemas más queridos: “Junio de
1968”, “El guardián de los libros” o “El centinela”. Finalmente, la traducción.
Como sabrá el lector, Borges constantemente plasmó una premisa en su escritura:
uno hombre es todos los hombres. Y de tan repetida, la premisa ha perdido un
valor que se restituye en sus reflexiones acerca de la traducción. Un hombre es
todos los hombres en la medida en que el lenguaje, modelo y norma, rige la
existencia y da forma a la subjetividad. Y el lenguaje luce como un molde
común, estructura que afecta a todos los individuos de la misma manera. Lacan y
Foucault refrendan esta afirmación. Sin embargo, he aquí la paradoja exquisita:
Borges está consciente de que el lenguaje es en sí mismo una subjetividad. Si
bien antecede a la experiencia, la experiencia también antecede al lenguaje en
una cadena infinita de semiosis que el sujeto al mismo tiempo superó, supera y
superará. No por nada al autor en más de
alguna ocasión se le ha tildado como el padre de la posmodernidad. Y es que la
traducción altera las formas y permite la inclusión de una segunda subjetividad
en el texto que parasita a la primera, la orienta o difumina. Siendo un hombre
todos los hombres debido a su extravío inapelable en el lenguaje.
Texto
de lectura rápida y amena, El aprendizaje
del escritor permite acceder a la evaluación del propio autor con respecto
a su trabajo, mostrando las debilidades y fortalezas de una escritura compleja,
crítica y rica en significados. Una propuesta que, como no siempre ocurre, se
merece su posición en la biblioteca total de la historia.
Borges,
Jorge Luis. El aprendizaje del escritor. - 1ª ed. - Buenos Aires: Sudamericana,
2014. 173 págs.
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